martes, 25 de enero de 2011

ANGOULEME

Mañana nos vamos a Angouleme. Muchos nervios, muchas ganas de pasarlo bien y de enseñar el trabajo, de conocer por fin el ambiente de un salón de cómic francés, y, en fin, de pasarlo bien con los compañeros de clase.
Os dejo con la portada definitiva que llevaré mañana. Espero que os guste.



lunes, 10 de enero de 2011

AIRE

Esto es un relato que me pidieron para un nuevo fanzine que está preparando una amiga. Si tenéis tiempo/ganas, os lo miráis. Sigo con fuerza con Fôret noire, mi primer proyecto para Angouleme, a ver si todo va bien.

Aire.
1

Hacía sol. Hubiera sido un buen día en la montaña si no fuera porque al fijarnos bien en el paisaje no viéramos a alguien cruzando a toda velocidad el bosque.
Aquel hombre bajaba corriendo por la ladera como un loco. A los lados piedras, y ramas, iba tropezándose pero corría sin parar, brincaba torpemente cuesta abajo.
Llegó a una especie de garganta de piedra que tragaba profunda y oscura hacia abajo, donde poco a poco se perdía la luz del sol hasta convertirse completamente en oscuridad.
El hombre titubeó. Miró hacia abajo mientras las gotas de sudor caían por su barbilla. Giró la cabeza hacia atrás buscando algo con la mirada y luego volvió a mirar el agujero.
Rápidamente se aferró a una rama gruesa y empezó a deslizarse poco a poco por el agujero hasta que éste lo tragó entero. Cuando se perdió en la oscuridad empezaron a oírse tambores que provenían del corazón del bosque.

2

Los tambores golpeaban el aire y retumbaban por todo el valle. Salieron hombres con túnicas y antorchas de entre los árboles. O parecían hombres, al menos. Bajaban a paso firme hacia el agujero. Mientras tanto, el hombre llegó al fondo de la garganta. Tocó con las manos la pared húmeda buscando apoyo ya que era imposible distinguir algo ahí abajo. Palpando encontró una abertura de donde salía una leve corriente de aire y sin pensar se metió dentro.
Mientras, aquellos seres empezaron a descolgarse con cuerdas por el agujero.

3

Las paredes estaban prácticamente lisas, como talladas por el hombre, y el pasillo parecía no tener fin. Cuando estaba a punto de darse la vuelta, vio la última cosa que se esperaba ver en aquel lugar. El pasillo torció a la izquierda y de pronto, vio una puerta. Hacía tiempo que no veía una, desde antes de la gran catástrofe, cuando todos tuvieron que huir a los grandes bosques y empezaron a llegar aquellos seres con aquellas naves extrañas y se los empezaron a llevar uno a uno. Empujó la puerta. No se abrió. Cogió aire y lo volvió a intentar. Empujó. Esta vez la puerta crujió y se empezó a mover con dificultad.

4

Cerró la puerta tras de sí e, inconscientemente buscó un interruptor entre la oscuridad. Aquello carecía de sentido. Pero sus dedos notaron algo. Y pulsó. Hubo un "clic" y el ruido de un generador. Poco a poco una pequeña luz fue haciendo fogonazos e iluminó la pequeña habitación en la que se encontraba. No era posible. Era una habitación muy pequeña, pero había espacio para una mesa, un ordenador, una cama y unas cajas con algunos libros. Y un agujero, de donde provenía la brisa que llegaba del exterior.
Entonces lo vio. Un ordenador. No iba a arrancar. Pulsó el botón. Y arrancó. Esperó nervioso mientras miraba la pantalla azul. De pronto, escuchó ruido a lo lejos. Atrancó la puerta con la cama. Le habían seguido hasta allí abajo. No tardarían en llegar. Eran implacables. No se detenían por nada. Ahora tampoco lo iban a hacer.

5

Buscó información en la red. Había alguna red que daba señal hasta ahí abajo. En la página principal hacía un mensaje que decía con las coordenadas de unos refugios preparados para combatir a estos seres y donde debían ir urgentemente. Pensó que era un mensaje de hace tiempo. Miró la fecha. 13 de Noviembre de 2015. Era de hace una semana y dos días. ¿Era demasiado tarde?. Se escuchaban los tambores detrás de la puerta. No había salida. Los tambores retumbaban por toda la habitación. La puerta no aguantaría. Se acordó de su mujer y de sus dos hijas y de como vio cómo se los llevaban. De cómo se escondió en el armario mientras lo hacían y cómo no tuvo el valor para salvarlos mientras gritaban su nombre sin cesar. Sintió rabia de sí mismo. Cerró los ojos llenos de lágrimas. Estaba preparado para su destino.
De repente una suave brisa le acarició la frente. Abrió los ojos y vio el agujero. Miró la puerta. Los tambores cesaron. La puerta estalló en pedazos mientras su cuerpo delgado corría cuesta arriba en la absoluta oscuridad siguiendo el aire fresco. Aire. Eso era buena señal.